Navidad en Disneyland

Disneyland, paraíso terrenal capaz de sacar nuestro niño olvidado, esa criatura que dormita entre los sueños y la lista de propósitos sin cumplir; ese niño agazapado al cual dejamos florecer en contadas ocasiones y con el que ya no tenemos ganas de jugar porque acabamos demasiado cansados del trabajo o porque existen mil y una preocupaciones que resolver en el mundo de los adultos; ese niño que, cuando surge, nos damos cuenta de que lo estuvimos echando de menos, pero al que siempre ocultamos de nuevo por falta de tiempo, de dedicación, o porque estamos concentrados mirando hacia otras direcciones; ese niño que debería guiarnos y, en cambio, mantenemos encerrado sin voz ni voto, marginado, no vaya a ser que no encaje, que nos avergüence y nos deje en ridículo; porque debemos ser serios y responsables, y aquí ya no existe lugar para sus “tonterías”.

 

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Supe que debía ir a Disneyland en el momento en que presencié cómo la ciudad que había escogido meses atrás como base de mis nuevas aventuras, se había tintado de repente de un color gris desesperanzador. ¿Dónde quedaron las luces? Todo fué sustituido por el sabor amargo de las calles vacías y silenciosas, por el miedo omnipresente. ¿Podría el odio derrotar a la ciudad del amor por excelencia?. No, no podía, igual que tampoco podía vencerme a mí, y para que eso no pasara, debía volver a mis orígenes, a mi niñez, donde una vez me creí superhéroe y salvé mil mundos con el poder de mis dos manos. Debía volver a sentirme invencible, inmortal e ilusionada y ver que, por muchos villanos que aparezcan en escena, el bien siempre triunfará contra el mal feo y oscuro.

Aprovechando que una amiga cumplia años le propuse la idea. Aceptó encantada y obtuvimos los tickets esa misma mañana. Empecé a sentir que la niña que soy daba saltos de alegría, “HURRA!” me gritaba. La verdad es que quise calmarla, decirle que tampoco era para tanto, pero en vez de eso decidí dejarla a sus anchas, lo merecía, hacía tiempo que no la notaba tan cercana.

Llegó el día y le permiti guiarme. Me olvidé de mi yo adulto y le dejé el terreno libre para hacer y deshacer. Un par de dulces, 10.000 fotografías, reencuentros con personajes de la infancia, espectáculos y un par de atracciones. Vimos caer nieve justo en la calle principal del parque. Ella creyó que era de verdad, y yo no quise decirle lo contrario. Le deje maravillarse con las luces y las decoraciones, con cada minúsculo detalle del lugar. Se lo permití todo y ella fue feliz, lo que me hizo a mi también serlo. La echaba de menos y se lo hice saber. Te quiero, le susurré al oído, te prometo que a partir de ahora te cederé más a menudo el papel de protagonista….

Me sonrió y me dijo que ella también me quería y que me había extrañado. Le devolví la sonrisa y brindamos con chocolate caliente “¡Mmmm! que rico está el chocolate”, exclamó mientras observaba las luces del árbol de navidad en medio de la plaza con los ojos como dos platos. La verdad es que siempre me ha fascinado la manera cómo saborea cada mínimo detalle de la vida. No entiendo cómo pude olvidarme tanto tiempo de mi mejor parte, de mi mejor aliada.

 

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Disneyland es uno de los lugares del mundo donde creo que se debe ir dos veces en la vida. La primera durante la inocente niñez y la segunda como adulto, para recordarnos que ese niño interior, al cual deberíamos prestar más atención, aún existe.

La primera vez que yo pisé el parque tenía 12 años. Ahora, 10 años más tarde, lo he vuelto a hacer, pero esta vez en Navidades, mágica estación del año y perfecto escenario de reencuentro conmigo misma.

Nunca dejéis de ser niños, nunca olvidéis las cosquillas y los cuentos de hadas. Que siempre tengáis presente la inocencia y la candidez, la bondad y la belleza de la vida, aunque bombardeen vuestros sueños y dinamiten vuestras esperanzas. No tengáis miedo. La libertad de ser niños. La primera y la verdadera patria.

 

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3 Comentarios Agrega el tuyo

  1. Excelente y taaannn verdadero tu relato Marina!!! Me sentí reconfortada al leerlo, porque yo, a pesar de ser bien grande, sigo teniendo comportamientos de niña, me cuesta mucho sujetarla a las normas de los adultos, por eso los niños siempre me persiguen, porque corro, juego, hago travesuras a la par de ellos, de ahí que en el barrio los niños me adoptaron como uno más…y yo feliz!! El punto clave para no separarnos de nuestro niño interior es no tener miedo al ridículo ni a burlas ni a criterios ajenos… no podemos encerrar esa parte tan fundamental que va a ser la base del adulto que resulte de nosotros, por «verguenza», jamás!!. sería como matar la inocencia , todo lo bueno, creativo y auténtico que va a llegar a tener el adulto, y lo que ese adulto va a brindar a los demás. Me alegro muchísimo que te resolvieras a liberar a la Marina niña!!!! Diviértete todo lo que puedas… y podrás si te lo propones!! Felicidades! Un abrazo

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    1. mibanez30 dice:

      Gracias Isabel. Me alegro que te haya gustado, igual que me alegra saber que aún existen adultos capaces de valorar su niño interno tal y como este lo merece. A veces, nos olvídamos de lo verdaderamente importante, pero debemos darnos cuenta a tiempo y saber como volver a coger el buen rumbo de la vida. Un abrazo desde París!

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  2. Isabel Hache Te dice:

    ´Gracias a ti MARINA,es un pacer compartir tus vivencias, más aún cuando hay rasgos de nuestra personalidad que difícilmente congenian con la mayoría de las personas.
    Sabes que guardo muy atesorado un comentario que me hizo un niño que yo cuidaba…me dijo » qué lástima que nosotros no fuimos chicos al mismo tiempo, para poder jugar más.».. y yo le respondí;si hubiera sido así, tú y yo viviríamos en penitencia por las travesuras que haríamos!!y él me contestó; por eso, me gusta cómo hacés «líos» junto conmigo!!! Hoy ese niño ya es padre de una niñita y está viviendo en Barcelona, pero cuando viene a Montevideo corre a visitarme para recordar como dice, «nuestro tiempo de travesuras». Es la mejor recompensa que puedo tener, que me recuerde niña traviesa!!!Por eso Marina es magnífico que mantengas viva esa niña, libre, traviesa, soñadora y creadora de un mundo feliz!!! Un eso y mis mejores deseos! Espero tus noticias,,,

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